La ética de la política económica

En momentos de crisis es cuestionable muchas decisiones de política económica donde no se tiene claro un rumbo a seguir y donde las “prioridades” parecen ser todas menos la búsqueda de una salida real a esta crisis que ha afectado a los sectores más vulnerables de la economía. Los principales problemas socioeconómicos no lograrán ser solucionados con medidas a corto plazo que no están cambiando el destino de estos sectores a mediano y largo plazo.

Por lo tanto, existe una latente necesidad de incluir en la política económica nacional el bienestar social común, la distribución de la riqueza y no sólo la estabilidad de precios en el mercado. Es decir, no sólo se trata de priorizar sino de humanizar la política económica. Una inflación de un digito no le va a dar de comer al 18% de la población que se encuentra debajo de la línea de pobreza y no le va a brindar sustento al 5% de la población que se encuentra desempleada, cifra que se encuentra en aumento.

Además, es una actitud suicida la que se está tomando en este país con una política pro cíclica, donde la política de tasas de interés del Banco Central y el manejo del tipo de cambio, se están llevando a cabo a costa de decenas de empleos que se pierden cada día, mientras que la banca comercial mes a mes cierra con mayores utilidades.

Si bien la política económica es una herramienta para dirigir el curso de la economía del país, es al mismo tiempo un mecanismo de economía normativa que incluye juicios de valor para buscar el bien común, y por lo tanto aquellos quienes tienen la responsabilidad de tomar estas decisiones deberán siempre caminar y actuar con ética en su quehacer político. De manera tal que están obligados a propiciar no solo el crecimiento económico y la estabilidad macroeconómica, sino también las condiciones necesarias para el mejoramiento en la distribución de la riqueza y en el acceso a la educación, a la salud y a las necesidades básicas. Es decir, existe una responsabilidad social de humanizar las políticas económicas y de alcanzar desarrollo humano de la mano con desarrollo económico, superando el Ceteris Paribus de una vez por todas.

Aunque en el pasado no ha existido una preocupación real por estos temas es momento de lograr un nuevo orden económico tal y como lo dijo, en días pasados, Luiz Inacio Lula da Silva en su discurso en el Foro Económico Mundial para América Latina en Rio de Janeiro: “Mucho dinero en pocas manos es concentrar la riqueza. Poco dinero en muchas manos es distribución de riqueza y es así que queremos construir un nuevo orden mundial”. Ha llegado el momento de aplicar la tan planteada economía alternativa y entonces salir, con soluciones reales, de este paradigma de autodestrucción que estamos enfrentando.


Tatiana Vargas Vega
Economista, UNA

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